martes, 11 de marzo de 2025

Morir por la Verdad: Luciano Jaime, Miguel Ragone y el Compromiso Periodístico en Tiempos de Violencia

El gobierno municipal de Cerrillos organizó un acto institucional en conmemoración del 49 aniversario de la desaparición y asesinato del Gobernador Miguel Ragone en Salta. 

En el 49 aniversario de la desaparición y asesinato de Miguel Ragone, posterior al acto conmemorativo organizado por la Municipalidad de Cerrillos, la periodista Melina Solá nos entregó a familiares de Ragone, el documental sobre el asesinato de Luciano Jaime ("Isidorito", nominado por el militante Juan Carlos Salomón) y Eduardo Fronda en cuya producción estuvo comprometida.

La periodista Melina Solá entrevista a Clotilde Ragone, acto en Cerrillos. 

En el aniversario del secuestro de Miguel Ragone, comparto este documental que hicimos hace dos años con el Sindicato De Prensa De Salta y la Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Facultad de Humanidades de la U N Sa”, Melina Solá.. 

Melina Sola: Una Trayectoria Periodística Activa en el Paisaje Mediático Salteño

Melina Sola es una figura activa y con experiencia dentro del periodismo de Salta, Argentina. Su trayectoria profesional, marcada por su paso por diversos medios de comunicación de la provincia, refleja un compromiso continuo con la labor informativa en el contexto local.

En la actualidad, Sola ha desempeñado un rol significativo en dos importantes plataformas mediáticas salteñas. Por un lado, su nombre aparece asociado a El Expreso de Salta, donde recientemente ha cubierto una variedad de temas de relevancia para la comunidad, que van desde problemáticas sociales como la trata de personas, hasta asuntos de interés público como la gestión del aeropuerto local y el seguimiento de acontecimientos judiciales y políticos de actualidad. Esta diversidad temática sugiere una versatilidad en su ejercicio periodístico y una conexión con los intereses informativos de la ciudadanía salteña.

Paralelamente a su trabajo en la prensa digital, Melina Sola también forma parte de Radio Nacional Salta. Su vinculación con esta emisora de alcance nacional se evidencia no solo en su rol como periodista, sino también en su aparición como fuente informativa para otros medios, como  CNN Salta. Su presencia en la página web de Radio Nacional como autora reafirma su compromiso activo con este medio, ampliando su alcance profesional a la radiofonía.

La experiencia de Melina Sola se extiende más allá de sus roles actuales. Su trayectoria incluye un período en el Diario El Tribuno de Salta, un medio tradicional y de gran circulación en la provincia. Su salida de este diario en diciembre de 2015, en el marco de un conflicto laboral que derivó en una denuncia por amenazas, subraya los desafíos y las tensiones que a veces enfrentan los profesionales de la comunicación en el ejercicio de su labor. Asimismo, su paso por el Diario Página/12, reflejado en un artículo de 2010, revela una etapa anterior en su carrera, vinculada a un medio de alcance nacional y donde también enfrentó situaciones laborales complejas.

Melina Sola es una periodista con una presencia activa y una trayectoria diversa en el panorama mediático de Salta con un compromiso sostenido con la profesión y una adaptación a los distintos formatos y desafíos del periodismo contemporáneo en la provincia.

 Ver también en el Centro Documental Miguel Ragone:

El Caso Jaime – Fronda, documental completo producido por el periodista Héctor Alí en el año xxxx. El mismo se proyectó entre los materiales difundidos en el Ciclo de Cine Político organizado por la Asociación Miguel Ragone en 2009: El Caso Jaime - Fronda, documental incluido en el Ciclo de Cine Político se proyectará mañana en la Casa de la Cultura de Salta (16 marzo 2009). Ver aquí las alocuciones de quienes asistieron a la proyección del documental: El Caso Jaime - Fronda, documental proyectado el martes 17 en la Casa de la Cultura, Salta.(17 mar 2009).

 

Comentarios a cerca del documental. 

Morir por la Verdad: Luciano Jaime, Miguel Ragone y el Compromiso Periodístico en Tiempos de Violencia

La figura de Luciano Jaime emerge de los testimonios como la de un periodista excepcional, dotado de carisma, bondad, humildad y, sobre todo, una valentía inquebrantable para "decir la verdad". En una época marcada por la creciente tensión política y la violencia estatal en Argentina, Jaime se destacó por su compromiso con la denuncia de los "apremios ilegales, las torturas y violaciones de derechos humanos que cometían los policías en la provincia de Salta". Su trayectoria periodística, truncada trágicamente, se entrelaza con el convulso panorama político de la provincia, y en particular, guarda una relación significativa con la figura del entonces gobernador Miguel Ragone.

Documental producido en 2023 por el Sindicato De Prensa De Salta y la Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Facultad de Humanidades de la U N Sa.

El diario El Intransigente, donde Luciano Jaime desarrollaba su labor, se caracterizaba por una composición plural en su redacción, acogiendo tanto a radicales como a peronistas. Resulta relevante que este mismo diario brindó un apoyo significativo al gobierno provincial de Miguel Ragone. Esta conexión entre el medio donde trabajaba Jaime y la administración de Ragone sitúa al periodista en un contexto donde la libertad de prensa y la denuncia de abusos podían tener implicaciones políticas directas.

En 1975, la atmósfera política se deterioraba rápidamente. Fragmentos del documental mencionan el intento de copamiento de un cuartel militar en Azul en 1974 y la condena de la violencia por parte de General Perón. Este clima de agitación fue aprovechado por grupos como la Triple A, cuya existencia ya era evidente en ese momento. En este contexto de creciente violencia política, los periodistas de El Intransigente eran sometidos a una constante intimidación, siendo llevados "todos los días por horas a la central de policía por cualquier causa". Esta persecución sistemática señala la hostilidad del poder de la Dictadura Argentina hacia las voces críticas, aún más a aquellas que trabajaban en un medio que inicialmente había apoyado al gobierno provincial de Miguel Ragone.

La investigación y la posterior crónica de Luciano Jaime sobre el asesinato de Eduardo Fronda, un joven periodista – canillita ligado al diario El Intransigente y amigo suyo, marcaron un punto de inflexión. La descripción detallada de las torturas sufridas por Fronda y la confrontación de Jaime con el jefe de seguridad, Joaquín Guil, al revelar que la víctima había estado detenida, evidenciaron su compromiso inquebrantable con la verdad, incluso frente al peligro. La amenaza de muerte proferida por Guil y el posterior secuestro y asesinato de Jaime en febrero de 1975 son testimonio del precio que pagó por su valentía.

El asesinato de Luciano Jaime, perpetrado mediante dinamita, la misma que se decía manipulaba la policía provincial, se erigió como un "mensaje para toda la prensa", sembrando el miedo y buscando silenciar cualquier voz disidente. Existe un paralelismo significativo con el posterior secuestro de Miguel Ragone, sugiriendo que ambos actos fueron mensajes contundentes dirigidos a diferentes sectores de la sociedad. Los asesinatos de Jaime y Fronda y mas tarde la del mismo ex gobernador Ragone subrayan la brutalidad y la impunidad con la que operaba la violencia estatal en ese período, afectando tanto a periodistas comprometidos como a figuras políticas relevantes.

Finalmente, la larga lucha por la justicia y la reivindicación de la memoria de Luciano Jaime culminó con un juicio que condenó a los responsables de su asesinato. Su historia, enmarcada por la frase "Morir por la Verdad", resuena como un recordatorio del costo que puede tener el ejercicio del periodismo ético y comprometido en contextos de represión y violencia. La conexión de Luciano Jaime con el diario que apoyó inicialmente al gobierno de Miguel Ragone, y su posterior persecución y asesinato, ilustran la compleja y trágica dinámica de una época donde la búsqueda de la verdad se convirtió en un acto de resistencia que, en muchos casos, culminó con la pérdida de la vida. La memoria de Luciano Jaime perdura como un símbolo del periodismo valiente y la lucha contra la impunidad.


El Silencio Forzado: Asesinatos de Periodistas y Disciplinamiento de la Prensa durante la Dictadura Argentina (1976-1983)

Los asesinatos de periodistas durante la dictadura argentina fueron una herramienta brutal y efectiva para el disciplinamiento y amedrantamiento de la prensa. Junto con otras formas de control y represión, como la censura y la cooptación, estos crímenes lograron silenciar muchas voces críticas y manipular la opinión pública. El caso de El Intransigente en Salta ilustra cómo este clima de terror se extendió a las provincias, afectando a los medios locales y limitando severamente la libertad de expresión. Comprender esta relación entre la dictadura y la prensa es fundamental para dimensionar el alcance del autoritarismo y sus consecuencias duraderas en la sociedad argentina. El silencio forzado impuesto por el terror dejó profundas heridas en la historia del periodismo y en la memoria colectiva del país.

La dictadura cívico-militar que gobernó Argentina entre 1976 y 1983 se caracterizó por una sistemática violación de los derechos humanos y la implementación de un régimen de terror estatal. En este contexto de violencia generalizada, la prensa fue un objetivo primordial para el régimen, que buscaba silenciar cualquier voz crítica y controlar la narrativa sobre sus acciones. El asesinato y la desaparición de periodistas no fueron hechos aislados, sino una estrategia deliberada para imponer el disciplinamiento y el amedrantamiento, asegurando que la verdad sobre la violencia estatal no se difundiera.

El asesinato de periodistas durante la dictadura cumplió una función siniestra pero efectiva. Cada vida truncada enviaba un mensaje escalofriante al resto de la profesión: cuestionar el poder, investigar las denuncias de represión o simplemente informar de manera independiente podía significar la muerte. Este terror sembrado buscaba, en primer lugar, silenciar las voces que se alzaban contra el régimen. Periodistas que investigaban las crecientes denuncias de detenciones ilegales, tortura y desapariciones forzadas eran considerados una amenaza directa para la imagen que la dictadura intentaba proyectar. Su eliminación física garantizaba que sus investigaciones no vieran la luz, privando a la sociedad de información crucial sobre la verdadera naturaleza del gobierno de facto.

En segundo lugar, estos crímenes buscaban infundir un miedo paralizante en el resto de la prensa. El conocimiento de colegas asesinados o desaparecidos generaba un clima de autocensura generalizada. Los periodistas y los medios de comunicación, ante el temor de correr la misma suerte, optaban por la prudencia, evitando temas sensibles o adoptando una línea editorial que no confrontara directamente con el poder militar. Esta autocensura, aunque impuesta por el terror, se convirtió en una herramienta eficaz para el control de la información por parte del régimen.

Sin embargo, la relación entre la dictadura y la prensa no se limitó únicamente a la represión. Existieron otras formas de interacción, que van desde la colaboración activa hasta la resistencia silenciosa. Algunos medios y periodistas adhirieron a la ideología del régimen, convirtiéndose en sus voceros y difundiendo propaganda oficial. Otros, por conveniencia económica o por temor a represalias, adoptaron una postura de aquiescencia, evitando la crítica directa y centrándose en temas menos conflictivos. No obstante, también hubo quienes, a pesar del riesgo, intentaron mantener una postura independiente o incluso participar en formas de periodismo clandestino para denunciar las atrocidades del régimen.

En la provincia de Salta, este clima de represión contra la prensa también se hizo sentir. Un ejemplo claro es el caso del periódico El Intransigente, que fue puesto bajo la denominada "custodia intelectual" y posteriormente clausurado. Esta figura, utilizada por el régimen, era un eufemismo para la toma de control del medio por parte de personas afines a la dictadura. La "custodia intelectual" implicaba la imposición de una línea editorial oficialista, la censura del contenido y, en última instancia, la desnaturalización de la identidad del periódico. La intervención en El Intransigente envió un mensaje inequívoco a los demás medios de comunicación de Salta: la disidencia no sería tolerada. Este hecho generó un ambiente de miedo y autocensura, limitando la pluralidad de voces y dificultando el acceso de la población a información veraz sobre lo que estaba sucediendo en la provincia y en el país.


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