El gobierno municipal de Cerrillos organizó un acto institucional en conmemoración del 49 aniversario de la desaparición y asesinato del Gobernador Miguel Ragone en Salta.
En el 49 aniversario de la desaparición y asesinato de Miguel Ragone, posterior al acto conmemorativo organizado por la Municipalidad de Cerrillos, la periodista Melina Solá nos entregó a familiares de Ragone, el documental sobre el asesinato de Luciano Jaime ("Isidorito", nominado por el militante Juan Carlos Salomón) y Eduardo Fronda en cuya producción estuvo comprometida.
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La periodista Melina Solá entrevista a Clotilde Ragone, acto en Cerrillos. |
“En el aniversario del secuestro de Miguel Ragone, comparto este documental que hicimos hace dos años con el Sindicato De Prensa De Salta y la Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Facultad de Humanidades de la U N Sa”, Melina Solá..
Melina Sola:
Una Trayectoria Periodística Activa en el Paisaje Mediático Salteño
Melina Sola es
una figura activa y con experiencia dentro del periodismo de Salta, Argentina.
Su trayectoria profesional, marcada por su paso por diversos medios de
comunicación de la provincia, refleja un compromiso continuo con la labor
informativa en el contexto local.
En la
actualidad, Sola ha desempeñado un rol significativo en dos importantes
plataformas mediáticas salteñas. Por un lado, su nombre aparece asociado a El
Expreso de Salta, donde recientemente ha cubierto una variedad de temas de
relevancia para la comunidad, que van desde problemáticas sociales como la
trata de personas, hasta asuntos de interés público como la gestión del
aeropuerto local y el seguimiento de acontecimientos judiciales y políticos de
actualidad. Esta diversidad temática sugiere una versatilidad en su ejercicio
periodístico y una conexión con los intereses informativos de la ciudadanía
salteña.
Paralelamente
a su trabajo en la prensa digital, Melina Sola también forma parte de Radio
Nacional Salta. Su vinculación con esta emisora de alcance nacional se
evidencia no solo en su rol como periodista, sino también en su aparición como
fuente informativa para otros medios, como CNN Salta. Su presencia en la página web de
Radio Nacional como autora reafirma su compromiso activo con este medio,
ampliando su alcance profesional a la radiofonía.
La experiencia
de Melina Sola se extiende más allá de sus roles actuales. Su trayectoria
incluye un período en el Diario El Tribuno de Salta, un medio
tradicional y de gran circulación en la provincia. Su salida de este diario en
diciembre de 2015, en el marco de un conflicto laboral que derivó en una
denuncia por amenazas, subraya los desafíos y las tensiones que a veces
enfrentan los profesionales de la comunicación en el ejercicio de su labor.
Asimismo, su paso por el Diario Página/12, reflejado en un artículo de
2010, revela una etapa anterior en su carrera, vinculada a un medio de alcance
nacional y donde también enfrentó situaciones laborales complejas.
Melina Sola es
una periodista con una presencia activa y una trayectoria diversa en el
panorama mediático de Salta con un compromiso sostenido con la profesión y una
adaptación a los distintos formatos y desafíos del periodismo contemporáneo en
la provincia.
El
Caso Jaime – Fronda, documental completo producido por el periodista Héctor
Alí en el año xxxx. El mismo se proyectó entre los materiales difundidos en el
Ciclo de Cine Político organizado por la Asociación Miguel Ragone en 2009: El
Caso Jaime - Fronda, documental incluido en el Ciclo de Cine Político se
proyectará mañana en la Casa de la Cultura de Salta (16 marzo 2009). Ver aquí
las alocuciones de quienes asistieron a la proyección del documental: El
Caso Jaime - Fronda, documental proyectado el martes 17 en la Casa de la
Cultura, Salta.(17 mar 2009).
Morir por la
Verdad: Luciano Jaime, Miguel Ragone y el Compromiso Periodístico en Tiempos de
Violencia
La figura de Luciano
Jaime emerge de los testimonios como la de un periodista excepcional,
dotado de carisma, bondad, humildad y, sobre todo, una valentía
inquebrantable para "decir la verdad". En una época marcada por
la creciente tensión política y la violencia estatal en Argentina, Jaime se
destacó por su compromiso con la denuncia de los "apremios ilegales, las
torturas y violaciones de derechos humanos que cometían los policías en la
provincia de Salta". Su trayectoria periodística, truncada trágicamente,
se entrelaza con el convulso panorama político de la provincia, y en
particular, guarda una relación significativa con la figura del entonces
gobernador Miguel Ragone.
Documental producido
en 2023 por el Sindicato De Prensa De Salta y la Escuela de Ciencias de la
Comunicación de la Facultad de Humanidades de la U N Sa.
El diario El
Intransigente, donde Luciano Jaime desarrollaba su labor, se caracterizaba
por una composición plural en su redacción, acogiendo tanto a radicales como a peronistas.
Resulta relevante que este mismo diario brindó un apoyo significativo al
gobierno provincial de Miguel Ragone. Esta conexión entre el medio donde
trabajaba Jaime y la administración de Ragone sitúa al periodista en un
contexto donde la libertad de prensa y la denuncia de abusos podían tener
implicaciones políticas directas.
En 1975, la atmósfera
política se deterioraba rápidamente. Fragmentos del documental mencionan el
intento de copamiento de un cuartel militar en Azul en 1974 y la condena de la
violencia por parte de General Perón. Este clima de agitación fue aprovechado
por grupos como la Triple A, cuya existencia ya era evidente en ese momento. En
este contexto de creciente violencia política, los periodistas de El
Intransigente eran sometidos a una constante intimidación, siendo llevados
"todos los días por horas a la central de policía por cualquier
causa". Esta persecución sistemática señala la hostilidad del poder de
la Dictadura Argentina hacia las voces críticas, aún más a aquellas que
trabajaban en un medio que inicialmente había apoyado al gobierno provincial de
Miguel Ragone.
La investigación y la
posterior crónica de Luciano Jaime sobre el asesinato de Eduardo Fronda,
un joven periodista – canillita ligado al diario El Intransigente y amigo suyo,
marcaron un punto de inflexión. La descripción detallada de las torturas
sufridas por Fronda y la confrontación de Jaime con el jefe de seguridad,
Joaquín Guil, al revelar que la víctima había estado detenida, evidenciaron su
compromiso inquebrantable con la verdad, incluso frente al peligro. La amenaza
de muerte proferida por Guil y el posterior secuestro y asesinato de Jaime en
febrero de 1975 son testimonio del precio que pagó por su valentía.
El asesinato de
Luciano Jaime, perpetrado mediante dinamita, la misma que se decía manipulaba
la policía provincial, se erigió como un "mensaje para toda la
prensa", sembrando el miedo y buscando silenciar cualquier voz
disidente. Existe un paralelismo significativo con el posterior secuestro de
Miguel Ragone, sugiriendo que ambos actos fueron mensajes contundentes
dirigidos a diferentes sectores de la sociedad. Los asesinatos de Jaime y
Fronda y mas tarde la del mismo ex gobernador Ragone subrayan la brutalidad
y la impunidad con la que operaba la violencia estatal en ese período,
afectando tanto a periodistas comprometidos como a figuras políticas
relevantes.
Finalmente, la larga
lucha por la justicia y la reivindicación de la memoria de Luciano Jaime
culminó con un juicio que condenó a los responsables de su asesinato. Su
historia, enmarcada por la frase "Morir por la Verdad",
resuena como un recordatorio del costo que puede tener el ejercicio del
periodismo ético y comprometido en contextos de represión y violencia. La
conexión de Luciano Jaime con el diario que apoyó inicialmente al gobierno de
Miguel Ragone, y su posterior persecución y asesinato, ilustran la compleja y
trágica dinámica de una época donde la búsqueda de la verdad se convirtió en un
acto de resistencia que, en muchos casos, culminó con la pérdida de la vida. La
memoria de Luciano Jaime perdura como un símbolo del periodismo valiente y
la lucha contra la impunidad.
El Silencio
Forzado: Asesinatos de Periodistas y Disciplinamiento de la Prensa durante la
Dictadura Argentina (1976-1983)
Los asesinatos de
periodistas durante la dictadura argentina fueron una herramienta brutal y
efectiva para el disciplinamiento y amedrantamiento de la prensa. Junto con
otras formas de control y represión, como la censura y la cooptación, estos
crímenes lograron silenciar muchas voces críticas y manipular la opinión
pública. El caso de El Intransigente en Salta ilustra cómo este clima de
terror se extendió a las provincias, afectando a los medios locales y limitando
severamente la libertad de expresión. Comprender esta relación entre la
dictadura y la prensa es fundamental para dimensionar el alcance del
autoritarismo y sus consecuencias duraderas en la sociedad argentina. El
silencio forzado impuesto por el terror dejó profundas heridas en la historia
del periodismo y en la memoria colectiva del país.
La dictadura
cívico-militar que gobernó Argentina entre 1976 y 1983 se caracterizó por una
sistemática violación de los derechos humanos y la implementación de un régimen
de terror estatal. En este contexto de violencia generalizada, la prensa fue un
objetivo primordial para el régimen, que buscaba silenciar cualquier voz
crítica y controlar la narrativa sobre sus acciones. El asesinato y la
desaparición de periodistas no fueron hechos aislados, sino una estrategia
deliberada para imponer el disciplinamiento y el amedrantamiento, asegurando
que la verdad sobre la violencia estatal no se difundiera.
El asesinato de
periodistas durante la dictadura cumplió una función siniestra pero efectiva.
Cada vida truncada enviaba un mensaje escalofriante al resto de la profesión:
cuestionar el poder, investigar las denuncias de represión o simplemente
informar de manera independiente podía significar la muerte. Este terror
sembrado buscaba, en primer lugar, silenciar las voces que se alzaban contra el
régimen. Periodistas que investigaban las crecientes denuncias de detenciones
ilegales, tortura y desapariciones forzadas eran considerados una amenaza
directa para la imagen que la dictadura intentaba proyectar. Su eliminación
física garantizaba que sus investigaciones no vieran la luz, privando a la
sociedad de información crucial sobre la verdadera naturaleza del gobierno de
facto.
En segundo lugar,
estos crímenes buscaban infundir un miedo paralizante en el resto de la prensa.
El conocimiento de colegas asesinados o desaparecidos generaba un clima de
autocensura generalizada. Los periodistas y los medios de comunicación, ante el
temor de correr la misma suerte, optaban por la prudencia, evitando temas
sensibles o adoptando una línea editorial que no confrontara directamente con
el poder militar. Esta autocensura, aunque impuesta por el terror, se convirtió
en una herramienta eficaz para el control de la información por parte del
régimen.
Sin embargo, la
relación entre la dictadura y la prensa no se limitó únicamente a la represión.
Existieron otras formas de interacción, que van desde la colaboración activa
hasta la resistencia silenciosa. Algunos medios y periodistas adhirieron a la
ideología del régimen, convirtiéndose en sus voceros y difundiendo propaganda
oficial. Otros, por conveniencia económica o por temor a represalias, adoptaron
una postura de aquiescencia, evitando la crítica directa y centrándose en temas
menos conflictivos. No obstante, también hubo quienes, a pesar del riesgo,
intentaron mantener una postura independiente o incluso participar en formas de
periodismo clandestino para denunciar las atrocidades del régimen.
En la provincia de
Salta, este clima de represión contra la prensa también se hizo sentir. Un
ejemplo claro es el caso del periódico El Intransigente, que fue puesto
bajo la denominada "custodia intelectual" y posteriormente
clausurado. Esta figura, utilizada por el régimen, era un eufemismo para la
toma de control del medio por parte de personas afines a la dictadura. La
"custodia intelectual" implicaba la imposición de una línea editorial
oficialista, la censura del contenido y, en última instancia, la
desnaturalización de la identidad del periódico. La intervención en El
Intransigente envió un mensaje inequívoco a los demás medios de
comunicación de Salta: la disidencia no sería tolerada. Este hecho generó un
ambiente de miedo y autocensura, limitando la pluralidad de voces y
dificultando el acceso de la población a información veraz sobre lo que estaba
sucediendo en la provincia y en el país.
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