Polarización extrema por la memoria: El acto de El Gallinato en Salta desata una feroz disputa ideológica en redes, revelando una sociedad dividida entre la irrenunciable consigna de "Memoria, Verdad y Justicia" y el escepticismo que tilda a las víctimas de "terroristas" y denuncia el "adoctrinamiento" político.
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Sitio de Memoria "Gallinato", La Caldera, Salta. |
Resumen en audio:
El acto conmemorativo de la Masacre de El Gallinato en
Salta fortaleciendo el mensaje de "Memoria, Verdad y
Justicia," ha desvelado, a través de los comentarios de los lectores en
los medios Que Pasa Salta y Página 12, la profunda división y el
estado de conflicto ideológico que persisten en la sociedad argentina en
relación con el pasado reciente. Un análisis comparativo de estas reacciones no
solo ilustra la disparidad de opiniones, sino que también revela las distintas
predisposiciones sobre las políticas públicas de memoria, verdad y justicia en
el país.
El evento, que tuvo lugar en el paraje El Gallinato en La
Caldera, Salta, fue un acto solemne organizado por organismos de derechos
humanos y familiares de las víctimas. Contó con la presencia de estudiantes de
la Escuela N° 4118 y autoridades locales, y se destacó por los emotivos
testimonios de sobrevivientes y familiares. La masacre, ocurrida en 1976, dejó
al menos 18 personas asesinadas, algunas de ellas desaparecidas o dinamitadas,
como parte del terrorismo de Estado. Las voces de la jornada coincidieron en la
necesidad de enseñar la historia reciente en las aulas y de hacer de la memoria
un ejercicio colectivo frente al avance de discursos negacionistas.
El contraste entre los comentarios de los dos medios es
abrumador y revela dos cosmovisiones opuestas. Por un lado, las reacciones en Que
Pasa Salta demuestran un claro escepticismo y un rechazo al mensaje del
acto. La crítica se centra en la supuesta falta de "verdad," en la
deslegitimación de las víctimas como "terroristas," y en la acusación
de "adoctrinamiento" de los estudiantes. Esta visión, lejos de ver la
memoria como un legado colectivo, la interpreta como una herramienta política
utilizada para un relato sesgado y conveniente. Los comentarios que critican la
supuesta "doble vara" de los derechos humanos y la politización del
acto reflejan una sensación de injusticia o de relato incompleto. Aquí, la
memoria no se percibe como una forma de sanar heridas o construir un futuro,
sino como un elemento de confrontación ideológica que excluye otras
perspectivas. La descalificación de las víctimas y la defensa tácita de la
acción militar evidencian la presencia de un discurso que busca reinterpretar
o, en algunos casos, negar la naturaleza de los crímenes de lesa humanidad.
En la vereda opuesta, los comentarios en Página 12 representan
un apoyo unánime y militante al acto. Aquí, el mensaje de "Memoria, Verdad
y Justicia" no es negociable; es una consigna irrenunciable y un principio
fundacional. La memoria se entiende como una tarea de "resistencia" y
una responsabilidad intergeneracional. Los lectores no solo legitiman a las
víctimas, sino que las reivindican como "compañeros" y portadores de
un ideal de justicia social. Se exige la justicia sin reconciliación y se
compara a los represores con los nazis, lo que denota una clara intención de
condenar y señalar la barbarie del terrorismo de Estado. El acto es visto como
una continuidad de una lucha que debe ser defendida de "discursos
negacionistas" y de "políticas que van en contra de nuestro
pueblo".
La comparación de ambos grupos de comentarios no es una
simple lista de opiniones, sino un reflejo del estado actual de las políticas
de memoria en Argentina. Mientras que en Página 12 se las defiende como
una necesidad democrática y moral, en Que Pasa Salta se las ataca como
un "relato" partidario. Esta polarización muestra que, a pesar de los
avances institucionales (como las leyes y los sitios de memoria), el consenso
social en torno a este tema sigue siendo frágil. La valoración de estos grupos
de comentarios indica que las políticas de memoria, verdad y justicia, lejos de
ser un capítulo cerrado, se enfrentan a un desafío constante: el de consolidar
un entendimiento histórico común en una sociedad donde las interpretaciones del
pasado siguen siendo un campo de batalla. La disputa sobre la memoria de El
Gallinato es, en última instancia, una disputa sobre el presente y el futuro de
la identidad argentina.
El futuro de la memoria en Salta, y por extensión en
Argentina, se encuentra en un punto de inflexión. Si bien el acto de El
Gallinato demuestra que la memoria colectiva se mantiene viva y activa, la
existencia de discursos negacionistas y la polarización de los comentarios de
los lectores revelan que la construcción de un consenso no está garantizada. La
disputa de sentidos continuará en el ámbito público, y su resolución dependerá
de la capacidad de la sociedad para debatir y reconciliar sus diferentes interpretaciones
del pasado. El desafío es lograr que las políticas públicas de memoria, verdad
y justicia puedan trascender las divisiones ideológicas y ser reconocidas como
un pilar fundamental para la democracia y la convivencia pacífica.
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