¿Cuál es el lugar subjetivo del nieto en las conmemoraciones de Ragone? Fernando Pequeño se sitúa en una posición intermedia pero claramente orientada hacia la memoria activa y la defensa de los derechos humanos. Su participación en el acto institucional ha sido una forma de reconocer la importancia del homenaje y la presencia del Estado, a pesar de sus limitaciones. Sin embargo, su liderazgo en la Asociación Miguel Ragone y su involucramiento en la organización del acto militante revelan un compromiso más profundo con una conmemoración que no solo recuerda el pasado, sino que también interpela el presente y moviliza hacia la acción. Su valoración de los dos actos refleja una conciencia crítica de la instrumentalización de la memoria y una preferencia por un espacio donde la reivindicación de los derechos humanos es central. En este sentido, su lugar subjetivo es el de un portavoz de una memoria viva y politizada, que busca mantener el legado de su abuelo como una inspiración para la lucha actual por la justicia y la dignidad, más allá de los protocolos y los silencios estratégicos de los actos institucionales. Su presencia en ambos actos, aunque con diferentes grados de protagonismo, subraya la complejidad de la memoria familiar en el contexto de las políticas de memoria y la constante disputa por el significado del pasado.
La desaparición y
asesinato del exgobernador de Salta, Dr. Miguel Ragone, el 11 de marzo de 1976,
durante el último período dictatorial en Argentina, ha generado a lo largo de
los años diversas formas de conmemoración. Hubo dos tipos de actos realizados
en el 49 aniversario de este trágico suceso: un acto institucional organizado
por el gobierno municipal de Cerrillos y un acto militante convocado por la
Mesa de Derechos Humanos de Salta.
Analizar ambos actos a
partir de las estructuras en torno a las cuales se desarrollaron y la valoración personal del nieto de Ragone,
Fernando Pequeño, en una entrevista reciente, nos permite comprender mejor la
complejidad de la memoria y el lugar subjetivo de los familiares en estos
procesos.
El acto institucional
en Cerrillos se caracterizó por una estructura formal y protocolar. El
evento contó con la presencia de autoridades gubernamentales de diversos
rangos, el ingreso de banderas de ceremonia, la entonación del Himno Nacional
Argentino y la Marcha a Malvinas. Estos elementos, junto con la lectura de
resoluciones y ofrendas florales, configuran un ritual patriótico y burocrático
donde el Estado ejerce un cuidadoso control de la narrativa. La música
de la banda de la policía de Salta para iniciar el homenaje es señalada como
una ironía palpable. Si bien familiares de Ragone, como su hija Clotilde, su
sobrina nieta Elia Fernández y su nieto Fernando Pequeño, fueron mencionados y
estuvieron presentes, se destaca la ausencia de su voz en el acto. Esta
omisión es interpretada como una decisión consciente del Estado para priorizar
su propio discurso institucional y evitar narrativas que pudieran desviarse del
"guion oficial". Se señala que, si bien se habló de memoria, justicia
y derechos humanos en los discursos de representantes del gobierno provincial,
esta crítica al "silenciamiento" a nivel nacional contrasta con el
silenciamiento de los familiares en el ámbito local.
En contraste, el acto
organizado por la Mesa de Derechos Humanos de Salta fue un "homenaje
militante y llamado a la acción". Este evento, realizado en el busto a
Miguel Ragone en la ciudad de Salta, se distinguió por una participación
activa de diversos actores, incluyendo familiares de desaparecidos,
compañeros de militancia, jóvenes estudiantes y miembros de organizaciones de
derechos humanos. La estructura del acto fue dinámica, combinando momentos de
recuerdo y homenaje con un análisis crítico de la situación política y
social actual, incluyendo denuncias al gobierno y mención de problemáticas
como la crisis económica y la falta de respuesta estatal ante emergencias. El
tono general de los discursos fue de compromiso, denuncia y llamado a la
acción, estableciendo conexiones entre el pasado de represión y la lucha
presente por los derechos humanos y la justicia social.
La valoración personal
de Fernando Pequeño Ragone, expresada en la entrevista, ofrece una perspectiva
crucial para comprender el significado de estos dos tipos de actos. Él
participa en ambos eventos: es invitado por la municipalidad de Cerrillos y, al
mismo tiempo, su rol como presidente de la Asociación Miguel Ragone lo vincula
directamente con la organización del acto militante junto a la Mesa de Derechos
Humanos y otras organizaciones. En la entrevista, menciona la importancia de
que se realice el acto en Cerrillos, reconociendo su valor conmemorativo y la
presencia de sectores peronistas. Sin embargo, la descripción que hace del acto
que organizan junto a la Mesa de Derechos Humanos enfatiza un "claro
tinte de la gente que reivindica los derechos humanos" y un espacio
donde la figura de Ragone significa algo a partir de su vida institucional y de
lo que generó socialmente tras su muerte. Su preocupación por el "desguace
de las instituciones" y la "degradación de la política"
en el contexto actual resuena con el tono de denuncia presente en el acto
militante.
En el contexto de
estos dos actos, podemos apreciar una clara tensión entre la
institucionalización de la memoria y la apropiación de la memoria desde la
militancia y la experiencia de los familiares y las víctimas. El acto
institucional, si bien cumple una función de reconocimiento formal y busca
asegurar una transmisión de la memoria controlada, es criticado por su
potencial instrumentalización política y el silenciamiento de las voces más
directamente afectadas. El acto militante, por otro lado, se presenta como un
espacio de memoria viva y activa, donde la figura de Ragone se convierte
en un símbolo para la lucha presente. La inclusión de testimonios
personales y el análisis crítico de la coyuntura política le otorgan una
autenticidad y una conexión emocional que parecen ausentes en la solemnidad del
acto oficial.
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