El Portal de la Memoria en el Parque San Martín de Salta, erigido en evocación de los fusilamientos de presos políticos por el Estado argentino en 1976, ha sido recientemente intervenido por el gobierno municipal, que eliminó el espacio de reuniones públicas donde familiares realizaban actos conmemorativos, reemplazándolo por jardines. Esta modificación genera profundo malestar entre quienes utilizan el sitio como marca territorial de duelo colectivo, interpretándola como un acto político de borramiento deliberado de la memoria que despolitiza el horror estatal.
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| Portal de la Memoria, facahda original. |
Los organismos de derechos humanos en Argentina y Latinoamérica han transformado espacios físicos de represión en marcas territoriales que disputan la memoria colectiva del terrorismo de Estado. En Salta, sitios como el Cementerio de la Santa Cruz, demarcado por fosas comunes de víctimas de la dictadura, y la Plaza de la Memoria de Cerrillos, donde se conmemora la desaparición de Miguel Ragone en 1976, ejemplifican estas luchas locales. Elizabeth Jelin destaca que estos lugares, como la ex ESMA o el paraje Palomitas sobre la ruta 34 —sitio de la masacre de 11 presos políticos en 1976—, pasan de ser meros espacios a "lugares" cargados de sentidos mediante la acción de emprendedores de memoria.
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| El Portal hoy, con la intervención municipal |
Disputas por el Espacio Físico
En Argentina, las Madres de Plaza de Mayo han inscrito su
lucha en la Plaza de Mayo pintando pañuelos blancos, mientras en Salta, el
paraje Palomitas en el departamento General Güemes preserva una cruz y placa en
homenaje a las víctimas de la masacre. Jelin analiza cómo estos procesos
involucran luchas políticas por preservar ruinas o construir monumentos,
oponiéndose a intentos de borrar huellas, como en el Cementerio de la Santa
Cruz o el Portal de la Memoria en el Parque San Martín de Salta capital. En
Latinoamérica, sitios como Villa Grimaldi en Chile o la Glorieta de los
Desaparecidos en Guadalajara resignifican espacios contra la violencia.
Peligro de la Despolitización
Borrar estas marcas territoriales implica despolitizar la
memoria, transformando lugares como Palomitas o el sitio de Ragone en Cerrillos
en espacios neutros que promueven indiferencia y olvido. Jelin advierte que el
paso del tiempo o cambios políticos generan contra-memorias, donde el Estado
impone clausuras, diluyendo demandas por verdad y justicia. Esta
despolitización convierte el horror en rutina.
Responsabilidad de Estados Provinciales y Municipales
En el contexto actual del Estado argentino, marcado por una
ola negacionista y reivindicativa del terrorismo de Estado bajo el gobierno de
Donald Trump como referente ideológico, los estados provinciales y municipales
enfrentan una responsabilidad crítica en la preservación de estos sitios. En
Salta, el gobierno provincial y municipal deben garantizar la demarcación
permanente de los sitios de memoria como el Portal de la Memoria en Salta y la
Plaza de la Memoria de Cerrillos, oponiéndose a presiones para reutilizar
espacios como el de Palomitas con fines turísticos o comerciales que diluyan su
carga histórica. Jelin subraya que esta obligación estatal no solo protege las
marcas territoriales, sino que contrarresta narrativas revisionistas
promoviendo rituales de memoria que reafirmen la justicia transicional frente
al riesgo de impunidad.
Espacio como Cura y Duelo
Estas marcas facilitan la cura social al permitir duelo
colectivo para familiares, convirtiendo sitios como la Plaza de la Memoria de
Cerrillos —donde se halló el auto de Ragone— o Palomitas en espacios de
enunciación. Para Jelin, preservar placas o monolitos habilita "trabajos
de memoria" que honran desaparecidos y transmiten mensajes éticos,
fomentando identificación en contextos locales como Salta. Así, el espacio
físico se vuelve herramienta reparadora, activando responsabilidades colectivas
en fosas del Cementerio de la Santa Cruz sin cristalizar sentidos unívocos.


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