viernes, 26 de septiembre de 2025

En torno a las disputas de memoria en Gallinato: diálogos sobre la tensión histórica en argentina: memoria, poder y lucha social (Blanca Lescano y Fernando Pequeño)

 

En el marco de los debates entre militantes de derechos humanos posteriores a las movilidades que los actos de memoria producen, Blanca Lescano expuso sus tesis sobre la memoria histórica en Salta, destacando la importancia de recordar y analizar los eventos pasados desde una perspectiva crítica. En este contexto, durante el acto por la Memoria en Gallinato, surgió un diálogo con Fernando Pequeño, reconocido militante de derechos humanos en la región, sobre la polarización en torno a El Gallinato. Fernando, con su vasta experiencia en la lucha por los derechos humanos, conversa con Blanca a cerca de su mirada marcada por la formación de la Antropología social en la década del setenta y su militancia, a cerca de las diferentes narrativas que existen sobre las disputas en torno a la violencia política de los setenta y la actual, en la historia salteña. Blanca responde con argumentos basados en sus estudios, abriendo así un espacio de reflexión y debate sobre la memoria y su impacto en la sociedad actual.





Resumen en audio: 



Accesos directos:

Eldiscurso como reflejo de una tensión perpetua

2.0La revisión crítica de la memoria histórica argentina

2.1El "Juicio a las Juntas" y la Teoría de los Dos Demonios

2.2Las contradicciones internas del peronismo

3.0La lucha de poder como eje estructural de la historia

3.1Un conflicto de larga data: de Güemes a la actualidad

3.2La dimensión global: colonialismo y la élite del 1%

4.0Mecanismos de dominación y formas de resistencia

4.1La construcción del "terrorista" y la colonización ideológica

4.2La batalla por el territorio: organizaciones sociales vs. narcotráfico

5.0Conclusión: una disputa de conciencia y poder

 

El discurso como reflejo de una tensión perpetua

Fernando Pequeño: hola Blanca. A partir de lo vivido en el acto en Gallinato, ayer en la Calderilla, mucho se nos moviliza a quienes participamos y vemos luego las repercusiones en los medios locales. Porque nos pone en perspectiva la diversidad nada unívoca de posiciones sobre las marcas que nos ha dejado el terrorismo del estado setentista en Argentina a nosotros como miembros de familias devastadas por esos procesos de violencias políticas que perecerían re editarse una y otra vez.

Me interesa conectar con vos, con la agudeza de tu mirada por lo vivido y por tu formación; el pasado dictatorial con las luchas sociales y de poder del presente. En tu visión, argumentas sobre la historia no como una sucesión de hechos aislados, sino como el escenario de una disputa perpetua en torno a la memoria, la verdad y la justicia. Cartografiemos esa perspectiva tuya que vincula el terrorismo de Estado de los años 70 con una confrontación estructural más amplia, de carácter tanto local como global, entre élites dominantes y sectores populares en resistencia.

 

2.0 La revisión crítica de la memoria histórica argentina

Blanca Lescano: para comprender la lógica de un poder estatal que pareciera desplegarse en ciclos en Latinoamérica, es fundamental examinar cómo se deconstruyen las narrativas oficiales sobre el pasado reciente. Los hitos fundacionales de la transición democrática no son aceptados como verdades cerradas, sino que son sometidos a una revisión crítica para exponer las contradicciones y sesgos que han permitido la persistencia de las estructuras de poder.

Fernando Pequeño: me has hablado reiteradas veces de tu insatisfacción con el “Juicio a las Juntas”. Contame de eso.

 

2.1 El "Juicio a las Juntas" y la Teoría de los Dos Demonios

Blanca Lescano: en mi análisis postulo al histórico "Juicio a las Juntas" de los ochentas como un hito de carácter ambivalente. Si bien se reconoce su valor como un suceso único a nivel mundial al condenar a las cúpulas militares, lo califico como un juicio "sesgado". Mi argumento central es que dicho proceso, en lugar de definir con nitidez la naturaleza del terrorismo de Estado, instaló y legitimó la "teoría de los dos demonios". Al no delimitar inequívocamente la responsabilidad del Estado como único actor con capacidad de ejercer terrorismo sistemático, se dejó una ambigüedad latente para el futuro. Esta indefinición ha permitido, a lo largo de las décadas, la continua "reivindicación del accionar" de las fuerzas armadas por parte de diversos sectores, diluyendo la responsabilidad estatal y manteniendo viva una narrativa de confrontación entre dos fuerzas equiparables.

 

Fernando Pequeño: ¿Y entonces? ¿Qué pasa con el peronismo como movimiento que ha reivindicado en su construcción de poder; a la Memoria, la Verdad y la Justicia?

2.2 Las contradicciones internas del peronismo

Blanca Lescano: mi crítica se proyecta sobre los actores del propio campo popular, con un énfasis particular en el peronismo. Observo una dualidad fundamental dentro del movimiento. Por un lado, tras la dictadura, el peronismo se reivindicó como parte integral de "la lucha de la militancia". Sin embargo, simultáneamente, importantes sectores internos nunca reconocieron que el propio Juan Domingo Perón "desató también los demonios".

Esta contradicción se materializa en la etapa final de su gobierno y, de forma culminante, durante la presidencia de Isabel Perón y el accionar de José López Rega. La falta de una autocrítica profunda sobre el rol de facciones del movimiento peronista en la violencia pre-dictatorial impidió que el peronismo pudiera definir de manera contundente el concepto de terrorismo de Estado, limitándolo al accionar militar y obviando la participación de civiles y de estructuras partidarias.

 

 

3.0 La lucha de poder como eje estructural de la historia

Fernando Pequeño: te propongo que avancemos en tu idea de que este período es tan solo un capítulo de una lucha histórica recurrente. Hagamos de la memoria específica de los años 70 un punto de partida para construir una tesis más amplia sobre la lucha de poder histórica en Argentina y en el mundo, de acuerdo a lo que hemos estado conversando antes, ¿te parece? Tu perspectiva va desde el período dictatorial hacia un marco teórico más abarcador. Ves los eventos de la década de 1970 no como una anomalía histórica, sino como una manifestación particularmente brutal de una lucha de poder estructural y perpetua que define a la sociedad argentina y, en última instancia, al orden mundial. Me ha costado interpretarte en nuestros diálogos. Contame de eso.

 

3.1 Un conflicto de larga data: de Güemes a la actualidad

Blanca Lescano: para ilustrar la continuidad de esta tensión, trazo un paralelismo que se remonta a los orígenes de la nación. Sostengo que esta lucha viene de mucho antes y pienso  como ejemplo la figura de Martín Miguel de Güemes. Su enfrentamiento con los sectores conservadores de su época representa desde mi visión un arquetipo de la pugna histórica fundamental: una confrontación entre quienes buscan un cambio social y defienden la soberanía, y aquellos que, detentando el poder político y económico, desean mantener un "statu quo" que garantice sus privilegios. Este arquetipo de la élite terrateniente local es a mi modo de ver, el precursor histórico de la élite globalizada y monopólica que puedo observar más fácilmente hoy que hace veinte o treinta años, por la inmediatez que nos impone la tecnología ahora. El mundo pareciera ser más chico y denso que cuando yo estudiaba.

 

3.2 La dimensión global: colonialismo y la élite del 1%

Fernando Pequeño: tu análisis trasciende las fronteras nacionales para conectar la lucha local con un fenómeno global, adoptando una perspectiva que define el conflicto histórico en términos de una lucha de clases a escala global. Decís que los procesos en Argentina y América Latina son manifestaciones regionales de una confrontación mundial contra un neocolonialismo persistente, donde las luchas actuales en África contra la herencia de las potencias europeas forman parte del mismo fenómeno. ¿Cómo es eso?

Blanca Lescano: esta confrontación global es protagonizada por una élite mundial, yo le llamo  "el 1% del mundo" y está conformada por grandes monopolios. Desde esta perspectiva, dicho sector de poder necesita, para su supervivencia, la explotación de países pseudo independientes y el acceso a mano de obra esclava y si no es esclava por lo menos barata. La historia, por tanto, se define como la "lucha de siempre" entre este 1% y el resto de la humanidad.

Definida esta confrontación estructural, mi análisis se desplaza hacia los mecanismos ideológicos y tácticos a través de los cuales esa élite planetaria perpetúa su dominación.

 

4.0 Mecanismos de dominación y formas de resistencia

Blanca Lescano: habiendo establecido hasta aquí, el marco histórico y global de la lucha de poder, quiero enfocarme en las herramientas específicas de dominación y las respuestas de los sectores populares. Me pregunto recurrentemente cómo se construye ideológicamente al "enemigo" y cómo se manifiesta la disputa en el territorio concreto.

4.1 La construcción del "terrorista" y la colonización ideológica

Blanca Lescano:  fiajte que un mecanismo de dominación clave es la disputa por la hegemonía semántica, materializada en la construcción del "terrorista" como dispositivo de estigmatización y criminalización de la protesta social. Este proceso, sostengo; se ancla en la ambigüedad fundacional de la transición democrática. El vacío conceptual dejado por una definición incompleta del terrorismo de Estado, cimentada en la "teoría de los dos demonios", fue estratégicamente ocupado por la categoría de "terrorismo" impuesta por Estados Unidos. Su fin es deslegitimar cualquier movimiento que pretenda revelarse contra las élites, despojándolos de su identidad como "revolucionarios" o luchadores por la libertad.

Este sometimiento no es solo semántico, sino que se inscribe en una profunda subalternidad ideológica. El argumento conecta esta idea con la pregunta del sociólogo Pierre Bourdieu: "¿Por qué los pobres votan a sus verdugos?". La respuesta está en observar el proceso de sometimiento histórico, físico e ideológico que conduce a una colonización de la subjetividad, dificultando la organización y la resistencia.

 

4.2 La batalla por el territorio: organizaciones sociales vs. narcotráfico

Fernando Pequeño: en otras conversaciones has conectado esto con el análisis del avance del narcotráfico, y hace momentos lo conectabas con el caso ocurrido hace un par de días en Buenos Aires, del "triple crimen" de las adolescentes por capos mafiosos. Vos postulas una correlación directa entre el desmantelamiento de las organizaciones de base y la expansión del crimen organizado. Contame ese hilo conductor.

Blanca Lescano:  fíjate, los actores como los "curas villeros" y las organizaciones sociales —estigmatizadas bajo el peyorativo "planeros"— ejercían un contrapeso fáctico en los barrios, compitiendo directamente con los narcos por el control territorial y la adhesión de la juventud. Al criminalizar y desarticular estas redes de contención social, el Estado eliminó al único actor que les disputaba el poder en el terreno, dejando el campo libre para que los capitales de la droga avanzaran sin oposición, reclutando "soldaditos" entre una juventud desamparada.

El ejemplo de este triple crimen de las chicas, encapsula la lógica global del conflicto: la desarticulación de las formas de organización popular, ya sea bajo la etiqueta de "terrorismo" o "planeros", y beneficia directamente a estructuras de poder que prosperan en la desintegración social.

5.0 Conclusión: una disputa de conciencia y poder

Blanca Lescano:  quiero decir en definitiva, que la historia argentina y mundial pivotean alrededor de una lucha de poder ininterrumpida entre una élite minoritaria y las grandes mayorías populares. Primero, hago una crítica a la memoria histórica oficial que, a través de ambigüedades como la "teoría de los dos demonios", ha servido para mantener intactas ciertas estructuras de poder. Segundo, conceptualizo la historia como una confrontación estructural que trasciende épocas y fronteras, conectando las luchas por la independencia del siglo XIX con las resistencias anticoloniales y anticapitalistas del presente. Y tercero, identifico los  mecanismos de dominación ideológica, como la construcción del "terrorista", y su manifestación práctica en la disputa por el control territorial en los barrios.

Desde mi punto de vista, el futuro de esta confrontación perpetua no depende de factores circunstanciales, sino del grado de conciencia que tengan los sectores populares. La disputa fundamental es, por lo tanto, por la conciencia: la capacidad de los sectores subalternos para trascender el rol de objeto pasivo de la historia y constituirse como sujetos conscientes de su propio destino.

 

 

jueves, 25 de septiembre de 2025

Memoria en disputa: La polarización en torno a El Gallinato

Polarización extrema por la memoria: El acto de El Gallinato en Salta desata una feroz disputa ideológica en redes, revelando una sociedad dividida entre la irrenunciable consigna de "Memoria, Verdad y Justicia" y el escepticismo que tilda a las víctimas de "terroristas" y denuncia el "adoctrinamiento" político.

Sitio de Memoria "Gallinato", La Caldera, Salta. 

Resumen en audio:

El acto conmemorativo de la Masacre de El Gallinato en Salta fortaleciendo el mensaje de "Memoria, Verdad y Justicia," ha desvelado, a través de los comentarios de los lectores en los medios Que Pasa Salta y Página 12, la profunda división y el estado de conflicto ideológico que persisten en la sociedad argentina en relación con el pasado reciente. Un análisis comparativo de estas reacciones no solo ilustra la disparidad de opiniones, sino que también revela las distintas predisposiciones sobre las políticas públicas de memoria, verdad y justicia en el país.

El evento, que tuvo lugar en el paraje El Gallinato en La Caldera, Salta, fue un acto solemne organizado por organismos de derechos humanos y familiares de las víctimas. Contó con la presencia de estudiantes de la Escuela N° 4118 y autoridades locales, y se destacó por los emotivos testimonios de sobrevivientes y familiares. La masacre, ocurrida en 1976, dejó al menos 18 personas asesinadas, algunas de ellas desaparecidas o dinamitadas, como parte del terrorismo de Estado. Las voces de la jornada coincidieron en la necesidad de enseñar la historia reciente en las aulas y de hacer de la memoria un ejercicio colectivo frente al avance de discursos negacionistas.

El contraste entre los comentarios de los dos medios es abrumador y revela dos cosmovisiones opuestas. Por un lado, las reacciones en Que Pasa Salta demuestran un claro escepticismo y un rechazo al mensaje del acto. La crítica se centra en la supuesta falta de "verdad," en la deslegitimación de las víctimas como "terroristas," y en la acusación de "adoctrinamiento" de los estudiantes. Esta visión, lejos de ver la memoria como un legado colectivo, la interpreta como una herramienta política utilizada para un relato sesgado y conveniente. Los comentarios que critican la supuesta "doble vara" de los derechos humanos y la politización del acto reflejan una sensación de injusticia o de relato incompleto. Aquí, la memoria no se percibe como una forma de sanar heridas o construir un futuro, sino como un elemento de confrontación ideológica que excluye otras perspectivas. La descalificación de las víctimas y la defensa tácita de la acción militar evidencian la presencia de un discurso que busca reinterpretar o, en algunos casos, negar la naturaleza de los crímenes de lesa humanidad.

En la vereda opuesta, los comentarios en Página 12 representan un apoyo unánime y militante al acto. Aquí, el mensaje de "Memoria, Verdad y Justicia" no es negociable; es una consigna irrenunciable y un principio fundacional. La memoria se entiende como una tarea de "resistencia" y una responsabilidad intergeneracional. Los lectores no solo legitiman a las víctimas, sino que las reivindican como "compañeros" y portadores de un ideal de justicia social. Se exige la justicia sin reconciliación y se compara a los represores con los nazis, lo que denota una clara intención de condenar y señalar la barbarie del terrorismo de Estado. El acto es visto como una continuidad de una lucha que debe ser defendida de "discursos negacionistas" y de "políticas que van en contra de nuestro pueblo".

La comparación de ambos grupos de comentarios no es una simple lista de opiniones, sino un reflejo del estado actual de las políticas de memoria en Argentina. Mientras que en Página 12 se las defiende como una necesidad democrática y moral, en Que Pasa Salta se las ataca como un "relato" partidario. Esta polarización muestra que, a pesar de los avances institucionales (como las leyes y los sitios de memoria), el consenso social en torno a este tema sigue siendo frágil. La valoración de estos grupos de comentarios indica que las políticas de memoria, verdad y justicia, lejos de ser un capítulo cerrado, se enfrentan a un desafío constante: el de consolidar un entendimiento histórico común en una sociedad donde las interpretaciones del pasado siguen siendo un campo de batalla. La disputa sobre la memoria de El Gallinato es, en última instancia, una disputa sobre el presente y el futuro de la identidad argentina.

El futuro de la memoria en Salta, y por extensión en Argentina, se encuentra en un punto de inflexión. Si bien el acto de El Gallinato demuestra que la memoria colectiva se mantiene viva y activa, la existencia de discursos negacionistas y la polarización de los comentarios de los lectores revelan que la construcción de un consenso no está garantizada. La disputa de sentidos continuará en el ámbito público, y su resolución dependerá de la capacidad de la sociedad para debatir y reconciliar sus diferentes interpretaciones del pasado. El desafío es lograr que las políticas públicas de memoria, verdad y justicia puedan trascender las divisiones ideológicas y ser reconocidas como un pilar fundamental para la democracia y la convivencia pacífica.

 


En torno a las disputas de memoria en Gallinato: diálogos sobre la tensión histórica en argentina: memoria, poder y lucha social (Blanca Lescano y Fernando Pequeño)

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